Augusto Vicente

Es muy frecuente que en la búsqueda de la felicidad, el éxito o una transformación personal, nos sintamos estancados por creer que algo nos falta o que simplemente aún no estamos preparados porque no tenemos las “credenciales” que se requieren. Desafortunadamente dedicamos mucho tiempo tratando de conseguir lo que creemos que nos hace falta en vez de trabajar en nuestros miedos y creencias que son los responsables de que estemos estancados o incluso de que ni siquiera empecemos.

Aunque los miedos y creencias ejercen una fuerte influencia en nuestra conducta, el mayor problema al que debemos poner atención es a nuestra mentalidad. Sin la mentalidad adecuada será muy difícil lograr un cambio positivo en la vida.

Debido a nuestra mentalidad es que tenemos pensamientos como: “No soy lo suficientemente bueno o buena para hacer esto”. “No soy lo suficientemente competitivo para triunfar en los negocios”. “Soy introvertido y por eso no puedo hacerlo”. 

Contrariamente a ese tipo de pensamientos, la buena noticia es que uno no tiene que ser el mejor o la persona más astuta para triunfar en lo que sea que queramos hacer. El secreto aquí es que tenés que elegirte a vos mismo. Y esta es una de las lecciones sobre mentalidad más difíciles de dominar: Yo merezco el éxito. Soy lo suficientemente bueno. Estoy listo. Creo en mí mismo.

Finalmente, la verdad es que nunca vas a sentirte lo suficientemente preparado y es probable que nadie te elija. No tenés que esperar a ser ungido por alguien. Tenés que elegirte vos mismo.

La fórmula para crear un cambio comienza con la intención. Tu intención. Tu enfoque elegido. Aquello en donde ponés tu energía en la formulación de pensamientos, palabras y acciones.

Lo más importante que hay que tener en cuenta para crear cambio en nuestras vidas es esto: los pensamientos se convierten en cosas. No solo algunos de ellos, sino que todos. No solo a veces, sino que todo el tiempo. No solo los positivos sino que también los otros.

Lo anterior no debe ser confundido con decir que uno obtiene lo que desea, porque no es así. En lugar de esto, uno obtiene aquello en lo que ha puesto la intención. Y lo hacemos a través de lo que pensamos predominantemente, lo que decimos y como actuamos, que al final son variaciones de pensamiento expresadas en diferentes formas.

Talvez te estás preguntando si realmente los pensamientos se convierten en cosas. Para encontrar la respuesta no hace falta ver tan lejos, una simple mirada a tu alrededor bastará. Escuchá a tus familiares, amigos o compañeros de trabajo, cuando expresan cosas como “La vida es dura. La gente es mala”. El Universo escucha cada palabra que pronunciamos. Nuestras palabras son nuestros resultados finales. Y por lo tanto, estas son las mismas personas que parecen no recibir un trato justo.

Asimismo, ¿acaso no son las personas que dicen que no tienen tiempo las que nunca tienen tiempo libre? ¿O aquellas que dicen que no hay hombres buenos y aquellos que dicen que no hay mujeres disponibles los que se mantienen solteros sin ninguna relación? También están aquellos que dicen que la vida es una prueba y por lo tanto siempre están siendo sometidos a pruebas.

Por otro lado, también hay a tu alrededor compañeros de oficina que son felices, maestros radiantes, padres de familia orgullosos y todos ellos se regocijan en sus vidas porque simplemente se concentran en lo que aman y se mueven con esos pensamientos. 

En conclusión, la clave es finalmente reconocer la verdad que siempre ha estado ahí: entender que nuestros pensamientos infaliblemente se convierten en cosas y eventos en nuestras vidas, entender que no tenemos que saber el “cómo” solo tenemos que saber “qué” es lo que deseamos y a partir de ahí enfocar nuestros pensamientos solamente en eso que deseamos.